Soy una guitarra
y hablo el idioma musical,
sobretodo disfruto
charlando con las demás.
Hace tiempo cuando me usaban,
no me gustaba nada.
Sonaba fatal
porque mi dueña acababa de empezar a tocar.
Las dueñas de mis amigas
también tocaban sin parar,
pero he de decir
que les quedaba mucho que practicar.
Un día mi sueño se cumplió
y en casa ningún sonido se escuchó.
Aunque tanto silencio me agobió,
pero un día eso cambió...
Llegó a casa
un estupendo profesor,
que a mi dueña por fin
a tocar le enseñó.
Aunque seguía sonando de horror,
pero poco a poco mejoró y mejoró.
Hasta que al final,
consiguió la guitarra tocar.
A día de hoy es una gran guitarrista,
y yo recuerdo mi vida un tiempo atrás,
La verdad es...
que "la guitarra estresada" me podrían llamar.
Y aunque por aquel entonces
me quejaba y me volvía a quejar,
ahora sé que la vida
es aprender sin parar.
Y gracias a esa lección
he aprendido a de cada segundo disfrutar,
y del tiempo el mayor partido sacar.